Francisco sintió que el corazón se le saldría del pecho, desesperado por entender qué había pasado.
—¿Qué? ¿Qué demonios pasó?
—No te acuerdas, ¿verdad? Te cuento. Te desmayaste de repente y Rubén bajó corriendo del altar. Te cargó y salió de ahí contigo en brazos, delante de todos los reporteros. Bianca y yo corrimos detrás de él. Lo vimos subirte a un carro y lo seguimos hasta el hospital. Tenía las manos temblando mientras te sujetaba la tuya, y los ojos completamente rojos. Queríamos entrar a verte, pero lo oímos. Te estaba hablando, aunque estabas inconsciente. Dijo que te amaba y te rogaba que te pusieras bien.
—¿Él…?
Francisco estaba completamente paralizado por la sorpresa. Si Rubén había hecho algo así, las consecuencias serían catastróficas. Él tenía que saberlo. ¿Acaso se había vuelto loco?
—¿Y dónde está él?
Efraín lo miró en silencio por un momento.
—Ni siquiera has preguntado por Bianca. Ella también lo escuchó todo.
Francisco sintió que todas las fuerzas lo abandonaban.