Atlas ordenó matar al comandante del ejército enemigo. Simplemente quería causar un desgaste mágico en el Khronos, además de un agotamiento mental progresivo. No solo irían por él, también por los más destacados. Lo forzarían a emplear tantas veces su dominio sobre el tiempo que acabaría por perder la razón, el equilibrio y su propia energía vital. En su mente, Atlas trazó el plan como un juego de desgaste: rompería al joven no por la fuerza directa, sino por el peso de la desesperación. Manipular la realidad debía ser un acto antinatural, y ese desequilibrio sería su ruina. Además, si usaba su hielo, se debilitaría aún más.
Así, las órdenes se propagaron como una corriente subterránea entre las filas imperiales. Los gigantes y los guerreros humanos comenzaron a evitar cualquier enfrentamiento directo con Horus. Cambiaron sus blancos. Las lanzas, las flechas y los hechizos se dirigieron hacia los comandantes rebeldes, hacia los jinetes, los líderes de escuadrones, los estrategas que m