Hoy había sido un día difícil, entre los documentos, el armado del trabajo para la próxima semana, el alquiler de las cámaras y buscar el modelo perfecto para la moda de verano de “Vallece”, había logrado ocupar bastante mi mente.
Hasta que un nuevo mensaje del presidente de “Emporio”, arruinó la calma que llevaba manteniendo todo este tiempo. Luego de rechazar su oferta de compra, solté un suspiro que me dolió en el pecho, apagué mi laptop, me puse mi chaqueta y salí de la oficina, avisándole a Santi que me tomaría un respiro y nos veríamos en casa.
En estos años, había aprendido a manejar y ya contaba con un auto pequeño pero muy cómodo y accesible. Encendí el motor y di un paseo por las calles de la ciudad sin tener noción de a dónde ir.
Hasta que el cartel rústico de un bar llamó mi atención, “Mi sol”, qué nombre tan peculiar para un lugar así.
Estacione mi auto, tome mi cartera y caminé hasta la entrada.
Un golpe en seco me hace tropezar justo cuando voy a tocar la puerta, pero,