CAPÍTULO DOCE

Erik.

El bar ya había cerrado al público, y Clara seguía completamente dormida. Vuelvo a acercarme a ella con cuidado y le insisto repetidas veces para que reaccione sin éxito.

—Erik, ya llévala y déjala afuera al lado de la puerta o que, ya vámonos— mi jefe es muy poco humanitario.

Ya puedo notar su cara de disgusto al verla dormida. Sin más, me pongo mi chaqueta tomando mi mochila, luego tomó el bolso de ella e intentó despertarla una vez más, intentando moverla.

—Clara despierta.

—Si no la sacas, la saco yo— Pablo viene hacia nosotros y lo detengo, aceptando que me haré cargo.

Levantó a Clara en mis brazos y salgo con ella del local, intentó que reaccione, que me diga donde vive o en que vino, pero ella solo se queja y me abraza fuertemente como si yo fuese su almohada.

—Diablos, Erik, porque siempre te metes en líos… —Me rezongo en voz alta y sin más alternativa inició el camino a casa con ella.

Solo veinte minutos después, ya me encuentro frente a mí a puerta, abro la puerta; y d
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