—Siento que el pecho me estallará en cualquier momento —una débil, pero significativa sudoración apareció en la frente de Valeria —. Me siento como si fuese al matadero.
—Tonterías, te ves… simplemente perfecta —Nino admiró su belleza retirándose un poco —. Hasta creo que hoy harán un lindo bebé —bromeó y ella tragó el grueso nudo hecho en la garganta.
< ¿Bebés? Eso jamás. Lo que quiero es exponerlo para darle una lección >, pensó mientras colocaba en el centro de su garganta el dije del collar que llevaría esa noche.
Valeria se sintió extraña en su propio cuerpo. No era una sensación de miedo lo que sentía, sino un frío que no helaba, pero que se mantenía recorriéndola desde la columna hasta sus manos temblorosas. Por primera vez, se sentía dueña de la casa, aunque solo fuera por esta noche.
< Solo tengo que ser la esposa perfecta por unas horas más, convencerlo para que caiga rendido y dar el golpe >, sonrió al espejo siguiendo la línea de su propio pensamiento.
—No lo creo, debo