La música cambió a un tono más suave, con una melodía de jazz clásico que llenaba todo el salón de baile.
Un camarero se acercó y le susurró algo al oído a Bastian. Él asintió con tranquilidad y giró hacia Nara.
—¿Bailamos? —le ofreció, extendiendo la mano.
Nara esbozó una leve sonrisa y aceptó sin dudar.
—¿Por qué no?
Caminaron juntos hasta el centro del salón. Un foco suave los siguió mientras empezaban a moverse al compás de la orquesta. Sus pasos fluían con tanta naturalidad y sincronía, como si hubieran bailado así durante años. Era armonioso... íntimo.
Desde un banco del jardín exterior, Veni se quedó inmóvil. Estaba por volver al salón, pero se detuvo en seco al ver a Nara y Bastian girando con elegancia, como una pareja enamorada de verdad.
—¿Por qué... se ven tan felices? —susurró con amargura.
Le dolía. El pecho le ardía como si algo la desgarrara por dentro.
De pronto, justo cuando la canción alcanzaba su punto más dulce, Nara tomó a Bastian del cuello y lo besó de nuevo, e