Las luces del salón de baile volvieron a atenuarse, señal de que estaba por comenzar el discurso principal.
El maestro de ceremonias se puso de pie y entregó el micrófono a Bastian, que ya había sido llamado al escenario. La sala se sumió en un silencio total; sólo se escuchaba el tintinear de copas y algunos susurros dispersos.
Bastian caminó con firmeza hacia el frente, vestido con un traje negro impecable y una corbata plateada. A su lado, Nara se levantó también, sujetando con elegancia el brazo de Bastian. Ambos irradiaban una armonía perfecta, tan perfecta que muchos de los invitados —ajenos a la verdad detrás de aquella fachada— creyeron estar viendo a una pareja ideal.
Desde una esquina del salón, Veni apretó los dientes. Su corazón sentía como si alguien lo estuviera estrujando.
—Señoras y señores —la voz de Bastian resonó clara y segura en toda la sala—. Gracias por acompañarnos esta noche para celebrar el vigésimo quinto aniversario de Arshino Group. No ha sido un camino fá