Capítulo 48

Kael

Cuatro años.

Eso era lo que había pasado desde la última vez que vi su rostro. Cuatro años desde que sentí cómo mis manos se abrían para dejarla ir, aunque cada fibra de mi cuerpo me gritaba que la retuviera. Cuatro años desde que el eco de su voz se convirtió en silencio.

El tiempo, dicen, es un médico implacable. Yo descubrí que es un verdugo paciente. No cura, solo adormece. Te acostumbra al vacío hasta que aprendes a caminar con él, como quien se habitúa a cargar cadenas invisibles.

Yo me había convertido en el hombre que todos temían y que yo había jurado no ser: duro, inclemente, calculador. Montenegro Enterprises no solo había crecido, había devorado mercados, expandido territorios, establecido alianzas que me convertían en un titán entre titanes. Para el mundo, soy intocable.

Pero en mi propio reflejo, sigo siendo un prisionero.

El jet privado descendió sobre la pista iluminada de la ciudad. A través de la ventanilla, vi cómo la urbe se desplegaba como un enjambre de luce
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