—Mami, ¿A dónde vas? —La pequeña Hana miró a su madre, un poco triste. —Dijiste que me enseñarías a leer hoy, ¿recuerdas?
—Lo sé, bebé. —Ella sonrió, besando la frente de su pequeña hija Omega. —Cuando mami vuelva, te enseñará a leer mucho.
Y entonces, su madre le entregó un grueso libro; ese que ella siempre estaba leyendo.
—Cuídalo mientras mami vuelve. Después te enseñaré mucho y podrás leer este libro, bebé. —Y lo último que vio fue a su madre sonreír decaída.
. . .
—¿Por qué deberíamos irnos, Hana? —La Omega intentaba alejarse y a su vez alejarlo a él, pero mover a Adrien era como mover a un tren con una simple cuerda. —Hana, te estoy hablando.
—Quiero irme, está aquí. —Decía, mirando con total odio la puerta de madera. La mujer que antes los había atendido se veía preocupada, no muy segura de qué hacer. —Él está aquí...
—¿Quién está aquí? —Adrien tomó por los hombros a Hana haciendo que ella lo mirara, evitando que se diera la vuelta y se fuera como así lo quería.
—El padre de J