—Lamento decirle que el cuerpo de su Omega, señor Bell, no puede procrear vida. —Dijo el doctor, con la mirada gacha. Hana sintió que aquellas palabras perforaban en una herida limpia su corazón. Se quedó estática, incapaz de creerlo, no era posible, eso era un sueño, el médico debía estar mintiendo. —Ella jamás podrá concebir cachorros.
—¿Qué? —Hana veía borroso debido a sus ojos cristalizados y su garganta quemaba. —No puede ser cierto, ¿Está mintiendo, verdad? No es divertido, no me gustan esta clase de bromas.
—Desearía estar mintiendo, señorita Hana.
Hana abrió su boca, queriendo gritarle al doctor que dejase de mentir, pero Jackson se le adelantó. —Muchas gracias, doctor. Váyase ahora.
El doctor se despidió educadamente, tomando sus cosas y saliendo rápidamente de la habitación. Hana permanecía con la cabeza gacha y sus ojos estaban perdidos en un mismo lugar. Una lágrima surgió al igual que un jadeo de dolor, no podía asimilarlo. Su respiración era rápida y entrecortada al mome