—Hey, despierta. —Hana se removió sobre el colchón, ignorando la voz del Alfa de tez pálida. —Hana, dije que despiertes.
—Déjame dormir gruñón. —Murmuró con los párpados cerrados. Su cabello estaba despeinado y una holgada pijama blanca de seda cubría su cuerpo, al igual que una gruesa manta azul que Jade consiguió para ella.
—Hana... —Dijo Adrien con ese tono autoritario que tanto le molestaba la Omega. Siempre que lo utilizaba significaba que quería obediencia, pero Hana lo ignoraba por completo. —Ladrona de pasteles, despierta ahora o te lanzaré un vaso con agua fría.
—¿Eso es todo lo que tienes, Líder? —Inquirió, con sus ojos aún totalmente cerrados y con una pequeña sonrisita en sus abultados labios. —Es tu culpa por mantenerme despierta hasta medianoche.
—Claro. —Dijo irónico. —No es mi culpa que tengamos que ir a lugares elegantes y que tú no sepas cómo comer con tenedor.
—¡Mentiroso! Sí sé comer con tenedor. —Hana bufó, abriendo sus párpados y mirando molesta al mayor. Sus ojo