Livia
Miré desafiante a los hombres frente a mí, que parecían no muy cómodos con mi presencia. Todos, a excepción de Alessio, a quien parecía no importarle lo más mínimo.
—¿En calidad de qué estará la señora Vescari? —preguntó el consigliere, de quien seguía desconociendo el nombre.
—Ahora... —Matteo me miró por unos largos segundos, una mirada intensa que me llevó a rememorar lo ocurrido en aquel sofá— en calidad de consejera.
—Si sigues equivocándote, Sergio, tendremos un reemplazo más sexy que tú —se rió Alessio, recargándose sobre la silla—. No está mal escuchar a la persona que mejor conoce a nuestro enemigo, ¿no crees?
—Con el debido respeto, señora, pero es usted inexperta en este juego. Su opinión podría ser un poco... blanda, dejándose llevar por sentimentalismos.
Sonreí irónica, acomodándome en la silla y cruzándome de piernas.
—¿Tiene miedo de dejar de tener influencia sobre el Capo, consigliere? —el hombre se tensó y miró a Matteo, esperando que él me dijera algo. Pero no