—No creo que vuelvan a cambiar hasta que sea hora de regresar a la Cuna —decía Ronda cuando volví a prestar atención a lo que hablaban—. Y les brillaron los ojos cuando les hablé de nuestra aldea.
—Sueñan con un hogar confortable para las mujeres de su clan, y sobre todo para las viudas de más edad. A ellas las beneficiaría más que a nadie la posibilidad de vivir tranquilas y en dos piernas los años que les quedan.
—Tendrán que correr la soga —bromeó Fiona.
La reina preguntó a qué se refería y nos demoramos contándole sobre el límite simbólico, y lo bonita que estaba la parte de la aldea que ocupaba el clan de Ragnar. Terminábamos el té cuando Lenora se presentó a avisarnos que habían llegado los hijos de Mora.
—Bien, a trabajar —dije, sintiéndome mucho mej