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Alfonse. Él era mi próximo objetivo.

Otro que se había salvado de milagro, arguyendo que había intentado hacer desistir a Lazlo de sus planes, y sólo había actuado obedeciendo las órdenes de su amo.

Ahora que su amo ya no estaba entre los vivos, todos sus rubios y pálidos se habían sumado temporariamente a la guarnición de Blarfors. Cuando llegara el invierno, Olena planeaba llevárselos al sur para que se sumaran a las filas de sus generales.

En tanto, esa alimaña ladina se había convertido en un obstáculo para mí.

Los demás rubios confirmaron sus palabras cuando aseguró que había cuidado personalmente de Mael desde que lo capturaran y sabía cómo atenderlo. Así que la imbécil de Olena lo dejó seguir a cargo del cuidado de mi esposo.

Una situación que debía corregir cuanto antes.

Bardo había regresado un día después que Olena, aunque yo no me había enterado hasta dos días más tarde, cuando tuviera oportunidad de inventar una excusa para subir a mi madriguera. Sabiendo que a Olena no le
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