El verano declinaba y pronto volverían el frío y la nieve. Era tiempo de tomar las últimas medidas antes que la lucha se reanudara en invierno. Al menos habíamos logrado deshacernos de la amenaza permanente que habían significado los arqueros de los parias.
Las lluvias terminaron de lavar la nieve de las tierras deshabitadas en la orilla norte del Launne, dejando a los vasallos sin escondites para que sus arqueros nos acecharan noche y día. Los nuestros, en tanto, tenían todo el bosque para ocultarse, y acabaron obligándolos a retroceder.
En el recodo, Aidan y varios más habían cruzado el Launne para explorar las tierras al nordeste del puesto de Maddox. Habían hallado las ruinas de la aldea desiertas. No quedaban rastros de los humanos que Mendel expulsara del puesto de Erwin, y les resultó imposible determinar si se habían marchado de allí por voluntad propia o si hab&ia