La pequeña Fanny se encontraba en su cumpleaños número 20 junto a su familia, todos estaban orgullosos de que la pequeña adolescente había culminado sus estudios con excelentes calificaciones y por eso se merecía una fiesta por lo alto de la sociedad.
Su madre, Fabiola, estaba felíz por presumirle a sus prestigiosas y chismosas amigas lo tan inteligente que era su hija. El señor Reinaldo, su padre, solo miraba todo con absoluto aburrimiento concentrado en responder un par de correos de su trabajo, sin darle mucha importancia a lo que pasaba a su alrededor, eso incluyendo a su hija. Mientras tanto, Fanny sentada en una silla esperaba que su madre terminara de saludar a los invitados, entre ellos sus primas, tías y abuelos. Su madre le hizo una seña para que se acercara a saludar y Fanny se levantó bufando porque no le caían bien sus primas quienes de inmediato se empezaron a reír por como vestía la pequeña. — Por Dios Fanny, ya tienes 20, no eres una niña ¿Cuando dejarás de usar esos vestidos infantiles de flores? — Decía Esmeralda, la mayor de las primas. — Cuando tú dejes de ser una chismosa. — ¡Fanny! — Su madre exclamó exaltada por las palabras de su hija dándole una mirada de reproche sin entender de donde salió aquél repentino comentario. — Te he dicho que no hables así, esa no es la manera de hablar de una dama. —Lo siento madre — Fanny bajó la mirada hasta el piso aún molesta por lo sucedido y es que ella no entiende como es que su madre permite que le hablen así, deberia defenderla a ella por ser su hija en vez de ponerse del lado de los demás. Pero ella no podía decir nada al respecto. — ¿Cuando buscarás esposo? Ya es hora de que te vuelvas independiente y empieces a madurar, estoy segura de que con un buen hombre a tu lado dejarás de lado esa actitud tan aniñada y aprenderás a tener responsabilidades como una mujer de verdad. Fanny frunció el ceño mucho más molesta ante las palabras de su otra prima Martina, y es que siempre han sido así, cada que se reúnen lo único que hacen es hablar de ella, de su actitud, su vestimenta y que cuando buscará esposo. Su madre se alejó para atender los demás invitados, dejándola sola con esas pirañas que tiene por primas, y a veces desearía perderse y no volverlas a ver. Es cierto que esas eran las reglas de su familia, reglas que han mantenido por generaciones, cada mujer de la familia al cumplir su mayoría de edad debía buscarse un esposo y empezar a tener su propia vida y su propia familia, pues al cumplir los 18 , ya el trabajo de los padres de cuidarte finaliza. Pero ella no quería un esposo, no quería casarse, no quería tener una vida tan aburrida como las que tenían sus primas que todas estaban casadas, con maridos que no le daban importancia y nisiquiera las querían. De todas las mujeres de la familia ella era la única que faltaba por cumplir con esa regla, y no le sorprendería que un día de estos su madre empezará a buscarle pretendientes para que se vaya rápido de casa. — Eso, si logra conseguir que un hombre se quiera casar con ella, porque eso de que todavía duerme con un oso de peluche y pijama de unicornios no es nada atractivo ¿dime tú, quien va a querer estar con una mujer así? Sería como casarte con una niña. Su prima Esmeralda sabía cuando hacerla sentir mal con sus crueles palabras, Fanny no se atrevía a levantar la mirada del piso y solo se dignaba a jugar con sus manos sobre el vestido, sentía como las lágrimas comenzaban acumularse en sus ojos y no quería llorar, no frente a ellas. —¿Se imaginan cuando su marido quiera tener sexo? Estoy segura que hasta para eso será toda una inútil y el pobre tendrá que buscarse a otra porque la que tiene no lo satisface. Esta vez la que habló era su prima Fernanda y todas comenzaron a reir, una lágrima traicionera resbaló por la mejilla de Fanny que de inmediato limpió con molestia, no quería sentirse así, pero era algo inevitable cuando esos comentarios estaban en el día a día. —Y no sólo eso, lo peor será que les aseguro que ni siquiera querrá tener sexo con ella por asco, o hasta vergüenza le dará salir con ella a la calle y que lo vean con una niña. —¡¡BASTA!! — El grito de Fanny sorprendió a todos incluso a ella misma, estaba cansada ya, cansada de siempre ser el centro de burla y cansada de no hacer nada — Dejen de hablar de mí, ocupense de sus vidas de porquerías y déjenme la mía en paz que yo veré que hago con ella, si me consigo un esposo o no eso es problema mío y no es de ustedes y si mi esposo no quiere tener sexo conmigo eso también es mi problema y no es de ustedes que son unas arpías chismosas y venenosas. — Fanny, no grites, estás llamando la atención, y eso no es propio de una dama — Su madre se acercó a ella con demasiada vergüenza por lo que pensarían todos, su hija no era así y no sabía que le estaba pasando — Ahora bien, disculpate con tus primas. Fanny observó a su madre incrédula, no se lo podía creer, ¿Como su madre era capaz de pedirle aquello? Mientras tanto, Esmeralda se cruzaba de brazos con una sonrisa sintiéndose superior a ella, esperando que la inútil de su prima se disculpara, mientras las otras dos la observaban molestas. Fanny suspiro, y sacando el valor de todo su ser se dignó a protestar. —No, madre, no me voy a disculpar, siempre se salen con la suya y yo quedo como la mala del cuento. Pues no está vez, se pueden meter sus comentarios y su disculpa por el cu... — Su mejilla fue impactada por una bofetada de su madre tan fuerte que no la dejó ni terminar lo que estaba diciendo. Fanny sostuvo su mejilla ardiendo y de su labio salía un hilo de sangre producido por el anillo que su madre llevaba en su dedo medio, observó a su madre con una mirada de odio, su corazón latía desenfrenado al saber como todos la observaban y podía sentir como la juzgaban con la mirada. —Lo siento madre — Dijo con mucho dolor en su pecho, su madre siempre la había golpeado pero no en público, y viendo como se acercaba su padre decidió correr, no quería recibir más regaños, es por eso que llenadose una vez más de coraje salió corriendo de su casa. Corrió entre las calles pasando casas y casas. No tenía a donde ir. No tenía amistades. No tenía a nadie. Lo único que tenía era aquel río en medio del bosque donde siempre iba para tranquilizarse, donde tantas veces se permitió llorar, un lugar al que nadie iba pero ella lo había descubierto hace tiempo. Sentándose en una de las rocas comenzó a llorar con fuerza, sentía como su pecho dolía y su garganta picaba, sus ojos se sentían pesados y su respiración era irregular. No podía parar, por alguna extraña razón su llanto no se detenía. Su mente repetía una y mil veces más lo sucedido, y solo la hacia llorar con más potencia. ¿Por que? ¿Por que no la aceptaban tal y como era? ¿Por que no la querían con sus gustos? ¿Por que no la respetaban? Ella nunca se había metido en problemas, nunca le faltó el respeto a nadie, siempre trataba de ser buena hija. Pero eso no era suficiente. Nada era suficiente. Siempre le exigían más y más, y la verdad ya estaba cansada. A lo lejos un ruido la alertó haciendo que su llanto se detuviera de inmediato, su corazón latía con fuerza y limpiando su cara se levantó observando a su alrededor, nadie sabía de ese lugar y el hecho de estar sola la asustó más. Su vista dolía por las lágrimas derramadas pero aún así se enfocó en poder ver más allá de la oscuridad de la noche. Del bosque comenzaba a salir una especie de sombra muy grande. Y sus ojos se abrieron del terror al ver a un lobo gigantesco caminando hacía a ella. Tenía el pelaje tan negro como la noche y sus ojos eran rojo fuego, sus piernas comenzaron a temblar y aunque quería correr nada de su cuerpo le respondia. Comenzó a llorar mucho más fuerte, asustada pensando en que ahora sí su vida no podría ser peor porque ahora iba a morir siendo comida para lobos. El lobo cada vez estaba más cerca y tuvo que levantar la cabeza para observarlo, era grandísimo y estaba segura que nunca había visto un animal tan grande, se sentía como una pequeña hormiga. Al tenerlo en frente este soltó un gruñido que le puso los vellos de punta haciendo que la pequeña Fanny se desmayara del terror.