¿Me has Salvado del Lobo?

Fanny no apartaba la mirada de aquel hombre sentado junto a la cama, nunca lo había visto en su vida, pero ciertamente no le importaba, Tenía el torso desnudo, marcado por cicatrices antiguas y músculos tensos como los de un guerrero. Su cabello negro caía desordenado hasta su nuca, y sus ojos eran tan grises que le recordaban a las Tormentas de Julio.

—Tú... ¿me salvaste del lobo? —preguntó Fanny con voz temblorosa, se sentó un poco en la cama revisando cada rincón de ella, asegurándose de que todo estuviera bien y que no haya sido tocada de manera indebida.

El hombre frente a ella no respondió de inmediato. Solo la observó en silencio, con el ceño fruncido y los labios apretados.

—Te encontré inconsciente en el bosque, Nada más. —Su voz era grave, profunda, casi rasposa.

Fanny parpadeó algo confundida, su voz la había hecho estremecer y un escalofrío recorrió su columna vertebral.

—¿Cómo llegué aquí entonces? ¿Quién eres? ¿Dónde estamos? ¿Qué hora es?

Las preguntas llegaron a su mente una tras otra, era lo que pasaba cuando se ponía nerviosa.

Mark desvió la mirada con evidente molestia, la pequeña frente a él hacía muchas preguntas. Preguntas que no debía hacer, aunque era entendible su confusión a veces la curiosidad podía llevarla a lugares que no debía.

¿Como es posible que hablara tanto? ¿No le dolía?

—Creo que preguntas mucho. —Dijo al final sin pensar mucho en sus palabras, un poco brusco dando a entender su molestia.

El Lobo en su interior gruñó en desacuerdo, Mark pensó que si el lobo tuviera cuerpo propio estaba seguro que le daría un puñetazo por atreverse a hablarle así.

Fanny se quedó callada por unos segundos, sorprendida.

Luego, con un leve gesto de fastidio, bajó la mirada y murmuró.

—Lo siento, solo estoy asustada y confundida.

Él suspiró hondo y se puso de pie, Caminó hasta un mueble de madera donde había una chaqueta oscura. Se la puso con brusquedad y dijo sin mirarla.

—Es hora de que te vayas, te acompaño.

Fanny frunció el ceño, no se atrevió a llevarle la contraria, el hombre frente a ella le transmitía una sensación extraña, para nada placentera pero a la vez había una sensación de que todo estaba bien.

Una vez de pie se mareó un poco pero rápido se estabilizó, alisó un poco su vestido y se colocó los zapatos que se encontraban a un lado de la cama. Una vez lista, su mirada recorrió lo que parecía ser una especie de cabaña solitaria, caminó detrás del hombre sin pronunciar ninguna palabra y salieron a un extenso bosque que la dejó boca abierta.

Estaba en el bosque.

Nunca se había atrevido a entrar al bosque, ya que de niña siempre le habían contado historias un poco aterradoras de lo que ocurría en el.

Se sentía un poco insegura al entorno que la rodeaba y se abrazó los brazos intentando darse un poco de confort.

Mark vió esta acción de reojo y se retiró la chaqueta de cuero y se la colocó sobre los hombros, era muy temprano por la mañana y el bosque estaba frío por el sereno de la noche, el Sol aún no salía en su totalidad y calentaba muy poco, así que si, hacía un poco de frío en la humedad del bosque.

Frío que él no podía sentir por su temperatura en la piel, pero sabía que la humana a su lado debía ser más propensa a los cambios del clima.

Caminaron por el bosque cada uno sumido en sus pensamientos, Fanny buscaba razones para decir cuando se enfrentara a su familia y Mark solo pensaba que había hecho en su vida pasada para que la Diosa Luna lo castigara dándole una Humana.

Poco a poco se acercaban a las fronteras del Pueblo con el Bosque, y Mark por fin se atrevió a Hablar en la espesura del silencio.

—A partir de aquí tú diriges el camino.

Fanny lo miró un poco asintiendo, sus manos se retorcían en la orilla de su vestido y sus dientes mordían su labio interior, se encontraba por alguna razón nerviosa ya que se acercaban cada vez más a su hogar, donde la ira de su madre la esperaba.

—¿Que ocurre? — Preguntó Mark al ver el nerviosismo de ella, sus ojos se posaron en sus labios y un destello de Deseo lo recorrió queriendo ser él el que los mordiera.

Mark Sacudió un poco la cabeza para sacar esa imagen mental que ahora siempre lo atormentaría.

—Nada. Es solo que me escape de mi casa y ahora no se que es lo que me espera.

"Una niña que se escapa de casa por Rebeldía, Genial, lo que me tocaba."

Estos fueron los pensamientos de Mark sin conocer en realidad los verdaderos motivos, frente a él solo veía una humana, una humana mimada.

El lobo en su interior volvió a Gruñir, Mark se estaba frustrando cada vez más ya que normalmente Trueno no suele interferir tanto en él, siempre se mantiene al margen pero desde la noche anterior se estaba haciendo escuchar más de lo debido.

—¿Como te llamas? — Fanny se giró hacia él intentando no pensar demasiado en lo guapo que era este hombre, su mirada era de hielo puro pero era demasiado hipnótico y sus facciones tan varoniles que la hacían derretirse y sentir un calor que se expandía por su vientre.

—Mark.

Fanny giró su rostro al camino que tenían delante, se podía dar cuenta que el hombre no era de muchas palabras, pero eso no la molestaba.

—Me Llamo Fanny — Aunque Mark no le había preguntado su nombre, ella lo dijo intentando iniciar una conversación pero poco después solo el silencio la rodeo.

Después de una larga distancia al final del sendero se podría apreciar su casa, no era la más rica de la zona pero era muy humilde en su espacio y reconocida en el pueblo.

—Es aquí. — Dijo Fanny sacándo a Mark de sus pensamientos, él giro la cabeza a la dirección que ella señalaba y una casa muy bonita pero sencilla se alzaba frente a él, de dos pisos con muchas plantas a su alrededor.

Mark asintió y Fanny caminó directo a su puerta, un tiron en su pecho le decía que no la dejara marchar que debía seguirla pero se obligó a mantener los pies y quedarse quieto.

—¿Nos volveremos a ver? —Fanny se obligó a preguntar sintiendo algo extraño en su interior que no la dejaba avanzar.

Mark no respondió, simplemente se digno a mirarla sin mostrar alguna reacción alguna.

—Gracias... por salvarme —añadió ella, bajando la mirada—. Aunque lo niegues, sé que no eres un hombre común.

Él dio un paso atrás, la mirada ya clavada en el bosque impaciente por marcharse y olvidar este día.

—Vuelve a tu mundo, Fanny.

Y sin esperar más, se dio la vuelta y desapareció entre los árboles.

Fanny se quedó allí, sola en la entrada de su casa, con el corazón palpitando fuerte.

No sabía su historia, no sabía quién era él en realidad, Pero algo en su pecho le decía que esa no sería la última vez que lo vería.

Y con este pensamiento y una sonrisa tonta Fanny se arriesgó a entrar y enfrentar la ira de su familia.

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