Emil.-
Nadia ser mordía los nudillos escuchando las palabras de Yuri, la entendía yo estaba por arrancarle la cabeza, cuando vimos que tomó el pequeño cojín en la cuna de nuestra hija, supimos que había llegado el momento de actuar.
Nadia y yo nos escondimos debajo de la cama, me deslicé lentamente con mi navaja en mano y una vez estuve cerca di un corte certero, el estruendoso grito de dolor de Yuri se escuchó en cada rincón, Emiliana comenzó a llorar.
Yuri caía al suelo, mientras yo me levantaba, se arrastraba como la rata asquerosa que es, al verme su mirada reflejaba no solo la confusión, un destello de derrota, apenas visible, sabía que no iba a morir sin dar pelea.
— ¿Creíste que podías tendernos la misma trampa dos veces? ¿Creíste que no sabía que vendrías nuevamente por MI MUJER? –sus ojos se oscurecieron, odiaba la idea de que una mujer como Nadia me hubiera elegido a mí y elegido tener a mi hija.
— ¿No te dijo tu mujer lo que hicimos? ¿O como lo disfrutamos? ¿Dónde está? ¿