Desmond.-
— Cincuenta flexiones debes tonificar tus brazos –veo como Lina casi está a nada de fulminarme con la mirada, mientras Emil y Nadia viven en su burbuja romántica, Lina y yo llevamos dos horas y media de entrenamiento arduo, somos los protectores de esos dos, no podemos bajar la guardia.
Estamos sudados y cansados, pero necesito que dejarla exhausta, aunque quisiera hacerlo de otra manera, elimino esos pensamientos de inmediato, veo las gotas de sudor a la altura de su busto.
— Ok ¡basta, se acabó! –se levanta tomando una toalla y pasándome por el lado, la detengo sujetando su brazo.
— ¿A dónde crees que vas? No he terminado contigo –una batalla de miradas inicia haciendo que todo alrededor desaparezca.
— ¡¿Qué es lo que te pasa conmigo?! Una de dos ¿me odias? Lo que no entendería por que no te he hecho nada ¿o? quieres acostarte conmigo y eso te enoja porque aunque quieres hacerte el duro no te resistes a mí –se acerca sigilosa y seductoramente a mi rostro –dime ojitos preci