Nadia.-
La palabra “embarazada” martillaba mi mente con fuerza, sentía mi cuerpo entumecido.
Por instinto me lleve la mano a mi vientre.
— Te traje esto –la voz de Lina se oía lejana, puso frente a mí mostrándome una pequeña barita, era de color blanca y rosa–. salgamos de dudas.
Por fin reaccione, me doble sintiendo que todo me daba vueltas.
— No, Lina, espera yo… no puedo estar embarazada, no… yo… –las manos comenzaron a temblarme.
— Yo no me equivoco, tienes todos los síntomas Nadia y es obvio que ni tú, ni el dragón se han cuidado al hacer el delicioso como si estuvieran en una maratón, hazte esto, te esperare afuera, solo haces pipí aquí.
Me señala con una calma que me hace enojar, le arranco la prueba de las manos.
— Esperaré afuera.
Una vez que la puerta se cierra, me desplomo sobre el inodoro, viendo la prueba temblar en mis manos.
(…)
Ya ha pasado el tiempo necesario para ver el resultado, siento como el estómago se me hunde, el miedo se filtra por mis huesos y mi