La noche avanza como un animal salvaje en busca de su presa, tal como lo hacen los hombres de Maldonado al aglomerarse fuera de la mansión Romanov. Esa fortaleza que, aunque es impenetrable, las personas dentro piensan, sienten y padecen con la misma furia. Gabriel Maldonado lidera el complot. Detrás de él Clara, una estratega que piensa antes de actuar y lleva una línea de comunicación firme. Segura. Solicitó el intercambio. Gabriel lo declaró, pero es una trampa.
Ella quiere a Emily.
Ya intuye que Leandro ha muerto. Sus lagrimas bajan como si fuera su propio hijo. Lo amaba y lo hace aún. Pero no se rompe, se regenera con cada perdida. El odio que le profesa a Nicolay es grande, autentico. Peligrosamente silencioso.
Odio porque es una mujer herida. Ella fue rechazada por él.
Nicolay lo sabe, siente en el aire su elegante, pero fatal presencia y no permitirá que suceda de nuevo. En el silencio los arropa por un momento, la forma en que los hombres de Egor se mueven, tensos, como si el