Algunos rayos de la luz de la mañana, apenas se cuelan por las persianas pesadas de la habitación de Nicolay, hoy después de dos días del incidente con Peta y de haber tomado el té de las seis de la tarde junto a Darko, Iván, Becky y Camille, este se encuentra de nuevo dormitando en el sofá tal como lo hizo ese día, no porque sea asiduo a la incomodidad, sino porque la paz que se respira desde que la familia de Emily y ella, duermen en su cama le generan un sosiego inesperadamente grato y es capaz de dormir profundamente. Por unas pocas horas, pero lo hace. Por alguna razón sonríe al pensar que los simpáticos solecitos que adornan el pijama de Becky, iluminan la estancia con una tenue lucecita de esperanza y ¿Por qué no?

Con amor. Y esa ternura que caracteriza a los niños, de la que Nicolay ignoraba hasta este momento. No sabe si sentir felicidad ya que cada que la experimenta… alguien muere.

Y no se siente preparado para perder a nadie.

Emily abre los ojos lentamente, atontada aun po