Emily siente que el piso bajo sus pies, se mueve. Las palabras de Nicolay son más una exigencia que cualquier proposición. Sin embargo, el interés que muestra en ella la impresiona y desconcierta a partes iguales. No puede aceptarlo. No quiere tener algo con alguien como él que es un asesino. Un criminal que solo quiere vengarse de otro. Eso si que sería un suicidio.
Deja salir una risa amarga. El hombre abre los ojos completamente fuera de lugar y ella se permite por un momento disfrutar del control que esa desestabilidad que ve en él, le deja.
—¿De qué coño te ríes Emily? —el ruso regresa a su sitio recostado al escritorio
—De que casi, solo casi te creo el interés —se atreve a desafiarlo.
Nicolay respira profundamente. Aprieta el borde del escritorio con fuerza, arañando paciencia en aras de mantener un gesto amable. No lo logra. Habla de todas maneras:
—Deberías creerme porque de todas formas firmarás.
—¿Y si no lo hago? —sabe que esta abusando de su paciencia.
—Todo queda igual y