Una vorágine de emociones lo atraviesan al ver a Darko con la cabeza cubierta de gasas, con un par de pequeños tubos en la nariz y los drenajes que recogen el liquido que sale de sus heridas. La luz blanca lo enceguece, pero observa perfectamente que se encuentra atado. Las correas atraviesan el pecho, las caderas, rodillas y tobillos impidiéndole el movimiento. Cierra los ojos, toma una respiración furiosa sin hacer ruido y los abre de nuevo sintiéndose un poco mejor o quizás, un poco más tranquilo.
El olor a antiséptico, a sangre seca y a metal quirúrgico se mezcla con el silencio que solo es roto por el pitido constante del monitor cardíaco. Nicolay le sonríe a Iván, pero su rostro delata el peso que lleva encima. Traje impecable, camisa cerrada hasta el cuello, pero sus ojos están apagados, no solo por tristeza que siente al verlo de ese modo. También el peso de la culpa recae directamente en sus hombros ya que debió ser mucho más precavido con Rixio, él mismo aun tiene moratones