—¡Perfecto, entonces ya no te digo nada!
Andrea dejó el celular sobre la mesa y siguió con su desayuno.
En ese momento, sonó el timbre.
—¡A ver si es la señora!
Se levantó para abrir. Sin embargo, al abrir la puerta, se encontró con Maximiliano. Su expresión se agrió al instante.
—¿Tú qué haces aquí?
Él también arrugó la frente al verla.
—¿Ya se despertó Regi?
Notó el termo que él llevaba en la mano y esbozó una mueca.
—Sí, ya se despertó, pero tú no eres bienvenido aquí.
Sabía que con Andrea siempre salía perdiendo. Le extendió el termo.
—Me pidió mi mamá que trajera esto.
Al escuchar que era un encargo de la señora Valderrama, lo tomó sin dudar.
—Yo se lo doy a Regi. Ya te puedes ir.
Y sin darle tiempo a responder, le cerró en la cara con un portazo.
A Maximiliano le dieron ganas de maldecir.
Andrea puso el termo sobre la mesa.
—Te lo manda la señora.
Quitó la tapa y vio que el contenido se veía bastante apetitoso.
—¿Me compartes? —preguntó con ojos curiosos.
Regina sonrió.
—Claro.
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