Regina se quedó helada al escuchar la palabra "secuelas".
—Escuché que es algo serio. Si se complica, hasta podría afectarle para tener hijos en el futuro.
Gabriel se quedó serio.
—¿No tenías una urgencia en la oficina?
Sebastián le dedicó una sonrisa burlona y lo miró de reojo.
—Sí, tienes razón, es urgente. Ya me voy.
Se giró hacia Regina.
—Te lo encargo mucho, por favor.
Sebastián Sáenz salió y cerró la puerta tras de sí. Una vez que la puerta se cerró, Regina se volvió hacia el hombre en la cama, su mirada viajó con preocupación hacia la parte baja de su espalda. No era ingenua; después de todo, ya había estado casada y entendía a qué se refería Sebastián con esas "secuelas".
Nunca se había detenido a pensar en las consecuencias a largo plazo de la herida de Gabriel. Su único plan era esperar a que le dieran el alta para que cada quien siguiera su camino. Ahora, las palabras de su amigo le pesaban en el alma.
Gabriel notó el cambio en su expresión y supo que estaba preocupada por é