Sebastián también la vio. Colgó y se acercó a ella.
El corazón de Regina empezó a latir con fuerza. En cuanto él llegó a su lado, lo tomó de la mano y lo llevó a un rincón más apartado. Solo entonces lo soltó, se volteó y lo fulminó con la mirada.
—¿Estás loco? ¿No que te estaban siguiendo los paparazzi?
—Le pedí a Leo que se llevara mi carro para despistarlos.
—Aun así, es demasiado arriesgado.
—Pero quería verte.
Aunque una parte de ella estaba molesta por su impulsividad, escuchar esas palabras la desarmó. Su enojo se desvaneció y, al ver la sinceridad en su expresión, solo quedó resignación y… dulzura.
Ella frunció los labios.
—La próxima vez podemos vernos en un lugar más discreto.
—Es que hoy es nuestro primer día, oficialmente. Quería salir contigo como lo que soy, tu novio.
Regina se sonrojó al escuchar la palabra "novio". Sebastián le preguntó en voz baja, con un tono de ternura:
—¿Damos una vuelta?
Ella se perdió en la calidez de su mirada, en la que podía ver su propio refle