Capítulo 463
Al día siguiente, Regina se despertó tarde, cuando el sol ya estaba en lo alto. Se preparó algo rápido, unos huevos, y en cuanto terminó, fue al mercado a comprar un pollo entero.

Cuando el caldo estuvo listo, lo sirvió en un termo para comida y se dispuso a salir hacia el hospital.

Cuando estaba abriendo la puerta, sonó el celular que llevaba en el bolso.

No le quedó más remedio que regresar, dejar el termo sobre la mesa y buscar el celular. Era Andrea.

Contestó y se sentó en el sofá.

—¿Ya estás despierta? —le preguntó su amiga.

—Desde hace rato.

—¿Y qué tal anoche?

—Normal, supongo.

—¿Ahorita estás en casa de Sebastián?

—¿Cómo crees que voy a estar en su casa?

A Andrea le costaba creerlo.

—Pero si estuvieron solos anoche… ¿no te dijo nada?

Con "nada" se refería, por supuesto, a una declaración. Regina se tocó la llave que llevaba colgada al cuello y sonrió.

—Sí, sí me dijo algo.

Andrea insistió.

—¿Y qué te dijo?

—Que si quería ser su novia.

—¡Lo sabía!

Se notaba la emoción en su voz.
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