Ragnar se levantó antes del amanecer. Había dormido poco, apenas unas horas, pero su mente ya llevaba días girando en torno a lo mismo: Bertulf.
Sabía que no podía esperar más. El Alfa del Sur era un tramposo, un mentiroso y un estratega retorcido. Si no hacía algo pronto, él atacaría primero.
Por eso, cuando Dean y Nolan llegaron a la oficina, Ragnar ya los esperaba con un mapa extendido sobre la mesa, tazas de café, y una expresión que dejaba claro que la reunión sería larga.
—Bien —dijo Ragnar, dándoles una mirada a ambos—. Tenemos que estar preparados para cualquier cosa. Si Bertulf aceptó el reto, no lo hará limpio. Lo conocemos.
Dean se dejó caer en la silla frente al escritorio, bostezando.
—Sí, claro, "cualquier cosa" —repitió con tono somnoliento—. ¿Te refieres a trampas básicas o a las ideas demente de Bertulf, como aquella vez que fingió estar herido solo para morderle el brazo a Joan?
Nolan se frotó la frente y soltó un suspiro.
—Dean, no empieces. Estamos hablando de un c