—Dime que me quieres —me pide pegado a mi pelo.
—Te quiero.
—Dime que me necesitas.
—Te necesito.
—Bien. —Me suelta—. Ahuécame la almohada, mujer. Necesito ponerme cómodo para esto.
Paso por alto esa insolencia e intento que se ponga cómodo.
—Los dejaré solos —le digo mientras me dirijo a la puerta.
—¿No vas a quedarte? —balbucea con sus ojos oscuros aterrados.
—No, no es necesario. Estarás bien.
Me resulta muy difícil no quedarme aquí sentada sosteniéndole la mano durante ese trago, pero es algo que tiene que hacer solo. He usado a los mellizos como excusa, pero mis razones van mucho más allá de la necesidad de contar con el apoyo de más familiares. Nick necesita sanarse física y mentalmente, y perdonar a sus padres es una parte esencial en ese último proceso.
Abro la puerta y sonrío a Beatrice y a Amalie, acompañadas ahora también de Henry. No digo nada. Les dejo la puerta abierta y me pierdo mientras dejo que una familia perdida se reencuentre de nuevo.
...
Estoy en el Paraíso.
Cua