—Puedes ser lo que te dé la gana, Glory. —Nick vuelve a tomar el menú haciendo un esfuerzo evidente por dejar la cosa ahí. Sé que se muere por decirle cuatro cosas más.
—¡Deberías vigilar tu lenguaje, Nick White! —replica ella. Se inclina por encima de la mesa y baja la parte superior de su menú, pero él no se disculpa—. ¡Un momento! —chilla de pronto.
—¿Qué pasa? —pregunta mi tío.
La mirada de mi tía oscila entre Nick y yo una y otra vez hasta que la fija en él, que la mira con las cejas enarcadas, esperando a que nos diga qué pasa.
—Han dicho «pequeños», en plural. Han dicho «nuestros pequeños».
—Son mellizos. —Nick sonríe alegremente, y toda la irritación y el resentimiento desaparecen en un segundo. Me frota el vientre con suavidad—. Son dos bebés. Dos nietos.
—¡Por todos los santos! —Mi tío se echa a reír—. Eso es algo muy especial. ¡Felicidades!
Su pecho se hincha de orgullo y me hace sonreír.
—¿Mellizos? —interviene mi tía—. ¡Ay, Addison, querida! Vas a acabar agotada. ¿Cómo va