Estamos rodeados por todos lados de aparatos e instrumental médico. Una enfermera permanece en la habitación, pero los hombres de la ambulancia se marchan tras dar un breve parte sobre mí, lo que ha ocurrido y las observaciones que han realizado de camino al hospital. La enfermera toma nota, me pone cosas en la oreja y sostiene otras cosas contra mi pecho. Me hace preguntas y yo respondo en voz baja, aunque todo el tiempo mantengo la vista fija en Nick, que está sentado en una silla con la cabeza entre las manos.
La enfermera me pasa un camisón y tengo que dejar de mirar a mi afligido hombre. La mujer me sonríe. Es una sonrisa compasiva. Después se marcha de la habitación. Sostengo un rato el camisón y el tiempo pasa. Pienso que podría ser la semana siguiente, o incluso el año que viene. Quiero que sea ya el año que viene. ¿Se habrán ido ya para entonces este dolor y este sentimiento de culpa paralizante?
Al final me vuelvo hacia un lado de la cama, le doy la espalda a Nick y me bajo