—¡Mi móvil está en el suelo! —le grito, pero él solo agita el brazo por encima de la cabeza para confirmarme que me ha oído.
Está de vuelta en cuestión de segundos y el policía nos conduce hacia la ambulancia, abriéndose paso entre la multitud de curiosos.
Un auxiliar me tiende la mano para que suba a la parte de atrás, pero no me dan oportunidad de tomarla. Nick me levanta del suelo y me deposita dentro del vehículo blanco.
—Gracias —le sonrío. Luego miro al policía, que se saca un bolígrafo y un cuaderno de notas del bolsillo.
—Señor, ¿le importa responder a unas preguntas mientras atienden a la señorita?
—Me importa. Tendrá que esperar.
—Señor, me gustaría hacerle algunas preguntas —insiste el agente, con un tono menos amable.
Nick le hace frente con todo el cuerpo, adoptando una postura que roza la amenaza. Está intimidando a un policía.
—Mi esposa y mi bebé van en esa ambulancia, y si quiere impedir que me vaya con ellos tendrá que pasar por encima de mi cadáver —da un paso atrás