—Sí, Addison sigue estando embarazada, señor White. Siéntese. Se lo mostraré.
Nick me mira un instante con ojos estupefactos y luego mira la pantalla.
—Prefiero estar de pie, si no le importa. Necesito mover las piernas. —Se inclina sobre la cama con los ojos entornados—. No veo nada.
Es duro, pero dejo de mirar a mi marido. Yo también quiero verlo. No obstante, en la pantalla sólo distingo borrones en blanco y negro.
—Miren, ahí están. Dos latidos perfectos.
Frunzo el ceño. ¿Dos latidos?
Nick se echa hacia atrás y casi mira mal al médico.
—¿Mi bebé tiene dos corazones?
El doctor se ríe y nos mira, divertido.
—No, señor White. Cada uno de sus bebés tiene un corazón y los dos laten perfectamente.
Se queda boquiabierto y empieza a andar hacia atrás hasta que la parte posterior de sus piernas choca contra una silla y se cae de culo sobre el asiento con un estruendo.
—Perdone, ¿me lo repite? —farfulla.
El médico sonríe. ¿Le hace gracia? A mí, desde luego, no. ¿He pasado de tener un bebé a