Sigo de pie en el escusado, deseando que se marchen para poder escapar, pero entonces oigo que empiezan a sacar los pintalabios para retocarse el maquillaje.
—Es una lástima, ha sido el mejor polvo que he tenido nunca y jamás volveré a catarlo —dice la voz número tres, es decir, Natasha.
Monto en cólera. Sí se ha acostado con ella. Miro al techo intentando calmarme desesperadamente, pero es imposible, sobre todo con esas tres putas ahí fuera ensalzando las habilidades sexuales de mi dios.
—Lo mismo digo —añade la voz número uno, y me quedo boquiabierta, esperando a que la voz número dos acabe de rematarme.
—Bueno, pues no sé ustedes, pero yo creo que es demasiado bueno como para dejar de intentarlo.
No puedo seguir escuchando esta mierda. Tiro de la cadena y las tres se quedan en silencio. Compruebo que el vestido no se me haya enganchado en el corpiño, abro la puerta y salgo como si tal cosa. Sonrío con cortesía a las tres mujeres, todas con alguna especie de maquillaje