—¿En serio? —Le brillan los ojos y está sonriente—. Estás siendo muy razonable. No es propio de ti.
Parpadeo ante ese comentario. Sé que sabe que él es el poco razonable. Está bromeando pero no pico.
—Pues ya no te adjunto —gruño.
—No por mucho tiempo. Voy a llevarte a nuestra torre de marfil. Ya hace demasiado que no estoy dentro de ti. —Se levanta y me pone de pie—. ¿Nos vamos?
Me ofrece el brazo y lo acepto. Tengo mariposas en el estómago porque sé lo que me espera en casa.
—Me apetece remar un poco —dejo caer.
Me levanta una ceja sardónica.
—Otro día, nena. Hoy quiero hacerte el amor —dice con dulzura mirándome a los ojos. Sonrío. Me lleva por el salón de verano en dirección a la entrada. Ignoro las caras de decepción de todas las mujeres que dejamos atrás y que esperaban que nos marcháramos cada uno por su lado. Mark nos espera en la puerta y me dirige su sonrisa característica.
—Nos vemos mañana —le dice Nick mientras abre para que yo pase.
—Todo bien. —Mark l