Le voy a borrar esa sonrisa de la cara. Me pongo de rodillas y le sostengo la mirada mientras me meto los pulgares por el elástico de las bragas de encaje.
—Esta mañana te estás comportando como un verdadero idiota.
Muy despacio, me bajo las bragas hasta las rodillas y él sigue su recorrido con la mirada cargada de deseo. Su erección palpita y tiembla a intervalos regulares.
—¿No te apetece echarme una mano? —Mi voz es dulce y seductora, y lentamente me chupo los dedos y los deslizo desde mi vientre hasta mis muslos.
Vuelve a tensar la mandíbula en cuanto me ve meterme la mano entre las piernas.
—Addison, quítame las esposas para que pueda follarte hasta hacerte ver las estrellas. —Lo dice con
calma, pero sé que ahora mismo no está precisamente tranquilo.
Deslizo los dedos hasta mi clítoris, jadeo y lo rozo con suavidad. No es Nick, pero esto me gusta.
—Dime lo que quiero saber.
—No. —Deja caer la cabeza de nuevo sobre la cama—. Quítame las esposas.
Niego con la cabeza por