Masculla algo en mi boca. No aguanto más. Me ataca con una energía feroz y exploto. Las espirales de placer llegan al punto álgido y se dispersan en ondas expansivas. Le clavo más las uñas y le muerdo el labio sin piedad. Dejo caer la frente sobre su piel sudada y salada, allá donde el cuello se funde con el hombro, y echo la cabeza a un lado mientras tiemblo sin control contra su cuerpo.
—¡Addison! —grita mientras se retira y se adentra en mí, vuelve a salir despacio y a entrar en mí con fuerza. Llega a su clímax y varias oleadas de contracciones se extienden por mi cuerpo.
Gime, luego deja que nos deslicemos hasta el suelo y cae de espaldas, agotado y sudoroso. Me incorporo como puedo y me subo encima de él. Apoyo las manos en su pecho suave y me restriego contra sus caderas. Nick lleva los brazos por encima de la cabeza y observo que su respiración se va apaciguando a la vez que la mía. Chorreamos, exhaustos, y más que satisfechos. Estoy justo donde debería estar.
—¿E