No puedo evitar propinarle a Nick un codazo en las costillas para exigirle de manera silenciosa que diga algo. Por favor, que diga algo, joder.
Lucas y Samanta ni siquiera se percatan del silencio que los espera al pie de la escalera mientras se toquetean y se besuquean diciendo cosas inapropiadas, incluida en algún momento la palabra «consolador». Quiero morirme, y nadie ha dicho nada todavía, excepto el cachondo de mi hermano y su alegre novia, aunque ellos no se han dado cuenta de nada… aún. No tardarán, y no parece que vaya a ser Nick quien hable. Sigue callado detrás de mí, probablemente igual de devastado.
Estoy en el limbo. Es lo más cerca que he estado de ver un accidente de tren a cámara lenta. Dan y el hotel; Dan y Lucas; Dan y Nick. Esto no puede acabar bien.
—¡Ay! —El alegre chillido de Lucas resuena por todo el vestíbulo, seguido del gruñido sexual de Samanta. Entonces ambos llegan al pie de la escalera transformados en una masa de brazos entrelazados y besos frenéticos,