Giro la vista hacia Nick y compruebo que empieza a caminar hacia mí. Retrocedo y él se detiene.
—Me voy —digo, decidida.
No puedo quedarme aquí a escuchar a todas esas mujeres alardeando sobre sus encuentros sexuales con él y juzgando por qué estamos juntos. Tampoco pienso quedarme a ver cómo desaparece con otra sin dar explicaciones. Y desde luego no tengo intención de aguantar las humillaciones de Lily. Doy media vuelta y me dirijo con determinación hacia la inmensa doble puerta de la entrada para salir de este infierno. El corazón me va a mil por hora y las lágrimas de frustración empiezan a brotar.
—¡Addison! —lo oigo gritar, y después oigo sus fuertes pisadas tras de mí.
No sé qué planeo hacer una vez fuera. Sé que me alcanzará, y sé que no me dejará marcharme. Robaré un coche. No me importa haber bebido demasiado. La escenita del aseo ha sido horrible, pero lo de Lily me ha destrozado. No puedo seguir sometiéndome a esta tortura. Está acabando con mi sensat