**Mikail**
Lyra.
Su nombre resonó en todo el lugar como un trueno sordo, y desde entonces, no había podido pensar en otra cosa.
Tharion estaba jugando con fuego. ¿Cómo se le ocurrió mencionar su nombre, como si supiera el efecto que eso tendría en mí?
No lo mencionó por error, yo lo conocía bien. Cada palabra del Rey Lycan tenía un propósito.
“Ella es mía.”
Eso era lo que me repetía mientras fingía prestar atención a sus palabras sobre el conteo de las provisiones para el invierno.
El tema había llegado a mí por tercera vez y aún no sabía si habíamos aprobado o descartado la propuesta del Consejo de Guerreros.
Mi mente estaba en otra parte. En otra persona.
“Lyra me quiere a mí… lo sé.”
El pensamiento era reconfortante, pero también desesperado. Porque si lo sabía… ¿por qué no actuaba? ¿Por qué no la reclamaba?
La manada. Mi familia. Rechazo. Repudio en general.
¿Sería capaz de aguantar todo eso? ¿O por el contrario, mi manada se dividiría de un momento a otro sin más remedio?
“