La oscuridad era mi último recuerdo. Luego, un dolor punzante en el hombro y el pecho me arrancó de ella. Una voz lejana, distorsionada, me llamaba: «Señor. Señor Savage», y por un momento quise irme y olvidarlo todo. Por un momento solo quise dejarlo ir, tanto lo malo como lo bueno, pero cuando el rostro de Avery se posó detrás de mis ojos, supe que debía luchar. Abrí los ojos, pero la luz era un cuchillo. Vi una imagen borrosa de Dalton inclinándose sobre mí, su rostro manchado de sangre y una desesperación que lo hacía llorar a mares sobre mi pecho.
Sentí un dolor sordo, caliente, pero mi mente estaba sumida en la confusión. No pude hacer nada. No fui lo suficientemente rápido. Viktor me disparó. Hizo justo lo que sabía que haría, intentar destruir a mi familia. No solo le alegró el acabar conmigo, sino que acabaría con todos, por eso mi preocupación. Mi hijo estaba bien, llorando desesperado por los disparos, pero bien, ¿y ella?
—¿Av... Avery? —pregunté, mi voz era un graznido
La