La sangre seca en mi labio sabía a óxido, un sabor que me recordaba la brutalidad de la noche anterior. Darak me había dejado sola, tirada en el suelo, rodeada de los fragmentos de sus recuerdos. Mi cuerpo dolía, mi alma dolía, pero mi corazón, mi corazón estaba lleno de una furia fría y calculadora. Ya no era la niña ingenua que mi padre vendió, ni la novia rota que me casé. Era una mujer que tenía un solo propósito en la vida: venganza, y a diferencia de mi padre, yo no me mataría, lo mataría a él.
El problema llegó cuando Darak me mostró otro lado de la moneda. Me mostró a mi padre como un asesino, me mostró una muerte peor que la de mi propio padre. Darak me estaba usando, pero mi padre también lo hizo. Tuvo amantes por largos, engañando a mi madre hasta el día de su muerte, engañándonos a todos. Darak me dijo que mi padre era una mala persona, y que él no era el malo de la historia, sino una víctima más del destino.
Yo no le creí nada. Nadie llamado Darak era una víctima.
Darak m