Caminó por el pasillo con el corazón acelerado y el estómago revuelto, ansiando llegar a la silenciosa seguridad de su habitación. El eco de sus pasos resonaba entre las paredes, y la penumbra parecía cerrarse a su alrededor, como si intentara engullirla por completo.
Ansiosa, se apresuró cuando la divisó una esquina que la llevaría al corredor que conducía directamente a su habitación. Pero cuando estaba a punto de girar, una mano surgió de un rincón oscuro, la sujetó con firmeza y la estrelló contra la pared sin delicadeza.
El aire se le escapó de los pulmones por el impacto, y apenas tuvo tiempo de recuperar el aliento cuando se dio cuenta de quién la tenía acorralada; Kaelvar estaba demasiado cerca, con su aliento recorriéndole el cuello.
Serethia desvió el rostro, tratando de mantenerse alejada de él, y con firmeza le habló:
—Estamos en un acercamiento impropio, su majestad, ¿podría…? —dejó en el aire, esperando que se alejara.
Pero Kaelvar la ignoró y la empujó aún más contra l