—Entonces… ¿eres una licántropa que huyó de su mundo para romper el vínculo con el rey Alfa, que resulta ser un imbécil obsesionado con que le des hijos… y de paso salves a la mujer que realmente ama?
—En síntesis, sí— murmuró Serethia, bajando la mirada.
El collar colgaba nuevamente de su cuello, dándole una apariencia común, más humana. Más frágil.
Alec se pasó una mano por el cabello, echándolo para atrás, mientras seguía procesando lo que hasta ese momento había creído que no eran más que cuentos infantiles.
—¿Y tus heridas…?
—Sanando —respondió, sin mirarlo—. Mi cuerpo aún está débil. Eso ralentiza la regeneración.
—Ahora todo encaja… viviste toda tu vida en una caverna, ¿eh? —dijo él, sonriendo con una burla apenas contenida.
Serethia frunció el ceño, molesta. Y Alec soltó una risa baja.
—Tienes que dejar de tomarte todo tan en serio. Así es imposible no querer fastidiarte
Le dio una palmada amistosa en el hombro descubierto. Pero apenas la tocó, ella se encogió como si la quema