El extraño intentó sujetarla por el cuello, pero ella giró con una agilidad sobrehumana, rodeándolo con las piernas. Ambos rodaron por el suelo hasta que, con un impulso, ella lo lanzó contra el pavimento con un golpe seco.
—¡Corre! —le gritó a Alec, siendo consciente de que no podía luchar contra un licántropo, aunque fuera uno de baja categoría—. ¡Tenemos que huir!
Alec dudó un instante, luego echó a correr, pero se detuvo en seco cuando escuchó un chasquido de huesos cediendo y el grito sofocado de Serethia. Al girarse, vio al atacante sosteniéndola por el cuello, mientras ella luchaba por soltarse con un solo brazo y el otro colgaba flácido.
—Es la marca de Sel-Naïma, sabía que no me había equivocado cuando pasaste a mi lado…—inspiró profundamente—. Irónico que una marcada por un Thalvaren me dé la entrada de regreso.
Apretó aún más su agarre, cortándole la respiración. Serethia forcejeó con desesperación, intentando soltarse, y logró asestarle una patada en el costado. Sin embar