El choque resonó como un trueno contenido. Las lanzas alzadas cedieron a la embestida de Valek, el guardián corrompido, y su cohorte de sombras envueltas en mantos grises. El claro del abedul, testigo de juramentos y redenciones, volvió a ser escenario de acero contra acero, de voces unidas sosteniendo la línea entre la luz y la oscuridad.
Kaeli alzó el puñal forjado con plata lunar y se lanzó contra Valek, su forma humana desdibujándose por un instante en la velocidad del instinto.
—¡Tu voz no nos callará! —rugió—. ¡Tu sombra no devorará este juramento!
Valek alzó la espada partida de un guardián neutral y bloqueó el ataque con un chirrido metálico.
—Palabras huecas —respondió él—. El mundo las olvida tan pronto mueren. Hoy silenciaré a quienes aún creen en susurros de esperanza.
Daryan se puso a su lado, desenvainando la espada lunar con un canto de filo. Serenya y Thalen protegieron sus flancos, lanzándose contra dos sombras que avanzaban con furia. El aire se llenó de astill