El sol se alzó perezoso, dibujando trazos dorados sobre las piedras lunares.
Pero la luz no disipó la neblina que cubría el jardín. Un manto gris se aferraba a las raíces, como si el mundo hubiera olvidado exhalar. Las antorchas, aún calientes, temblaban sin viento. Y en el centro del claro, Kaeli y Daryan observaban el símbolo de tres marcas entrelazadas, sellado con fuego plateado.
Neyra pasó a su lado susurrando:
—Hay rumores en los clanes menores. Dicen que el pacto de tres… fue un truco para dividirnos más.
Kaeli frunció el ceño:
—¿Quién lo dice?
Ella señaló a un grupo de lobos en la distancia: Selin, Marek y Thalen se acercaban rápidamente, con rostros tensos.
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Selin, jadeando, se adelantó:
—Acabo de escuchar a un guerrero de Riven. Cree que Amara… nos tendió una trampa. Que su regreso fue un señuelo para abrir la puerta a la sombra.
Marek apretó los puños.
—Es imposible. Amara arriesgó su vida para salvarnos.
Daryan juntó las cejas:
—¿Y quién te contó eso?
Selin miró a los l