43• Te lo advertí una vez.
Dean descendía las escaleras con pasos rápidos, llevándome casi a rastras, mientras sus hombres nos seguían en silencio, como sombras que jamás se apartaban. Él avanzaba visiblemente molesto, con el ceño fruncido y la mandíbula rígida, y yo intentaba controlar mi respiración, aunque la rabia que Mia había despertado seguía ardiéndome por dentro.
Mi mente regresaba, una y otra vez, a Celine. A su expresión cuando vio el brazalete. Era evidente que lo había reconocido… ¿o pensaría que solo era una coincidencia? Había visto ese instante fugaz en su mirada, ese destello de duda que solo podía significar que, aunque fuera por un segundo, la idea de que yo estuviera viva le había cruzado por la cabeza.
Si Mia no hubiera salido justo en ese momento del balcón, si me hubiera permitido llegar hasta Celine, aunque fuera por un instante, todo el riesgo de ir a la ópera habría valido la pena. Pero en vez de eso, me quedé con la amarga sensación de haberla tenido tan cerca y no poder decirle cuánt