7. Entre dos mundos
Kael
El amanecer me pesa en los hombros como una carga que no puedo soltar. El camino frente a mí no es solo asfalto: es una herida abierta que me obliga a avanzar. Cada kilómetro trae consigo la pregunta que me quema por dentro: ¿quién es ella en verdad?
No puedo volver junto a Mariel todavía. No con este vacío. No con el rumor de la luna latiendo en mi pecho y el recuerdo de sus ojos rojos aún brillando en mi memoria. Necesito respuestas antes de enfrentarla. Necesito un hilo que me guíe en este laberinto que ya no puedo ignorar.
El rugido del motor apenas disfraza otro ruido: el de mi memoria, insistente, repitiendo la visión de su cabello rojo ardiendo bajo la luna. Roja. Diferente. Inconfundible. Algo que no debería existir. Algo que cambia todo.
Por eso tomo el desvío hacia la vieja biblioteca de mi clan, el único lugar donde las voces de los antiguos aún hablan en pergaminos y tinta. Si hay alguna verdad capaz de nombrarla, sé que me espera allí.
Doblo hacia el edificio de piedr